La ausencia de la verdad en las narrativas sobre la masacre de 1937
(2 de 2) Víctor L. Rodríguez Un día escuchaba una historia en la que se contaba que alguien vio a un sujeto que tenía una pierna del pantalón empapada de sangre, desde los bolsillos hasta el ruedo. Tanta era la sangre que chorreaba y parecía que el sujeto estaba herido, pero caminaba normal y no tenía dificultad alguna para hacerlo. La supuesta herida en ningún modo le afectaba. Se supo todo cuando alguien paró el individuo y le revisó el pantalón y los bolsillos. El resultado fue asombroso, todos quedaron sorprendidos, pero inmediatamente quedaron consternados unos, con miedo otros y el resto de la multitud quería matarlo. La sangre no salía de una herida, sino de unos dedos humanos que el hombre llevaba en los bolsillos, donde los había guardado de repente cuando tuvo a punto de ser atrapado por la policía durante un atraco. Era un asaltante que minutos antes había atracado a una mujer y tenía los dedos de su víctima en el bolsillo. Los guardaba porque fue imposible sacarle lo