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Mostrando entradas de 2018

Tripear es una palabra que no consumo, ni se la doy a mis hijos.

Víctor L. Rodríguez Uno trata de educar a los hijos y los lleva a un colegio o una escuela para que aprendan y abstengan conocimientos en ciencias, lenguaje y también cultura. Al mismo tiempo trata de que aprendan un segundo idioma. El presupuesto familiar para la educación de los hijos es escaso. Educando un hijo, si uno es normal y vive de un sueldo, se renuncia hasta a la alegría cuando hay que pagar por ella el dinero que no se tiene. Con recursos escasos y necesidades ilimitadas, como dicen los economistas, todos los padres y las madres, digo, si son normales y aportan al erario en vez de retirar de él teniendo dinero, compiten en eso de educar a los hijos con tiendas que tienen presupuestos enormes para la publicidad y con las líneas de las publicitarias, que consideran que mientras más bruto e ignorante es una persona más compra, que el ídolo que vende es el que tiene la coprolalia entre sus virtudes y conductas y que los personajes modelo para el consumo son los que c

Mis ideas de derecha

Víctor L. Rodríguez Trato de no hablar de los haitianos, del feminismo, de la nombrada diáspora, de la llamada comunidad LGTBI, el aborto y el matrimonio igualitario o sobre cualquier tema propio de la izquierda revolucionaria que habla de sus metas antiguas como utopías incumplidas e inalcanzables y que a falta de las que tenía se ha comprado otras que son estas de las que no hablo. En estos temas no los desmiento y mejor me calló y me coloco del lado de los equivocados, porque amigos tengo intolerantes que viven ufanos de estar como ayer en el lado bueno, que es estar a la izquierda del padre y no el lado derecho, donde están los malos. Ahora soy de derecha recalcitrante, me acusan de fascista o cosas peores por pensar de una forma y también decirlo cuando poco me importa la opinión del otro con razón al modo que le acomoda o sin ella. En esto hasta la amistad sirve como chantaje y es de los amigos que viene la acusación que nos tilda fascista porque no queremos un orden so

La muerte es un sueño

Víctor L. Rodríguez  A cualquier persona que le digan que este es el último día de su vida es muy inverosímil que haga lo que dicen los best seller de auto ayu da. La primera reacción de un ser humano se vio en un caso práctico muy conocido en el barrio donde vivo. Fue llorar y dar gritos. El hombre enterado de su muerte inminente, en veinticuatro horas ya iniciadas, empezó a llorar preguntándose por qué a él. Luego vino la negación: "yo no me voy morir", y comenzó a leer los libros de Coelho, Riso, Chopra y hasta uno de sexo fuerte al borde de la tumba, o cualquier otra mierda que le dijera cómo vivir una vida que perdería en menos de 24 horas. Al mediodía se dio cuenta de que la cosa era en serio, que se iba a morir. Entonces se puso a dar consejos que nadie le había pedido, para controlar la vida de los demás aún después de muerto. Necia costumbre humana, si usted va salir del escenario deje a los demás vivir el tiempo que les queda como puedan y que se pr