La prédica escolar del embajador sobre su vida ejemplar
Víctor L. Rodríguez
Por el hecho circunstancial y
episódico de que el embajador de los Estados Unidos de América en el país sea gay
o maricón, como lo quieran llamar, y además tenga una pareja de su mismo sexo,
parece que es un acto antiimperialista rechazar al embajador por esa condición
que en lo común se denomina preferencia sexual.
De tal modo se relaciona lo
nacional con el rechazo a la homosexualidad que parece que tal condición es
sólo propia de los que viven en el norte de américa. Aquí sólo tenemos ilustres varones cuyas
hombrías sólo se quiebran con gestos que únicamente se pueden percibir a través
de la observación experta o en la extroversión gay que se manifiesta en lugares
exclusivos, que la gente sabe dónde están y pasan por ellos en las mañanas cruzando
a la otra acera haciendo la seña de la cruz como si vieran las viviendas del
anticristo distribuidas en el espacio citadino.
En tales circunstancias la
discusión de los temas relativos a la homosexualidad se hace difícil y tomar
posición no se puede hacer sin ofender a alguien o sin ganarse un enemigo. Empezando
resulta más fácil rebatir y hasta odiar a los que se oponen a la homosexualidad,
pues ellos son en todo el sentido de la palabra malos o quizás peores. Son contrarios
a la igualdad, a los derechos, a la aceptación de la identidad sexual, quieren imponer
un mundo sexualmente binario, rechazan seres humanos sólo por sus preferencias
sexuales, pretende negarle la libertad sexual a seres humanos diferentes y para
colmo suelen ser nacionalistas
En esto no son bienvenidas las
posiciones intermedias, estás con los gay y sus derechos o no estás. Se
rechazan las posiciones condescendientes de los que dicen no tener problemas
con los maricones pues tienen un amigo que es tal, que hablan con él y
socializan, pero no se lo presentan a sus familias porque no quieren que sus hijos lo asuman como un ser
normal y repetible en ellos. Por eso no los quieren ver en la televisión con
sus gestos y maneras ni en las calles haciendo exhibicionismo y copiando
conductas que públicas sólo son apropiadas para la heterosexualidad, como la de
besarse en las plazas y calles de la ciudad y en los espacios cerrados
concurridos, en las formas que se puede realizar
impunemente en el momento de las despedidas o de las de llegadas en los
aeropuertos.
La homosexualidad es un tema sobresaliente
porque es una cuestión de gente que juega un papel importante en los medios y
de una parte relevante del poder político, nacional e internacional. Desde ahí aparece la homosexualidad como un
tema preponderante en las discusiones. Los derechos se disponen y se quitan en
los medios y en ellos se reiteran argumentos de creencias ciega sobre lo que es
derecho o deja de serlo y a uno sólo le cuesta creerlo todo sin matices y sin considerar
otros derechos y los derechos de otras personas.
Los argumentos son más complejos en
las discusiones teóricas sobre la homosexualidad, en las que el consorte del
embajador parece ser avisado. El arma más útil para silenciar cualquier opinión
sobre los gay es el chantaje, defiende a los gay porque eres maricón o te
opones a ellos porque tiene miedo de serlo o eres una persona que niega los
derechos de los otros iguales a ti, asumiendo un sentido de superioridad que no
se puede explicar en un orden natural porque este no existe. Pero la peor de las
posiciones es la duda sobre las verdades que se dicen en este tema, aunque la
use en el modo metódico, si dudas en este tema eres maricón. Como la duda es
una posición que no tiene una verdad, lo que eres lo determinan aquellos que si
la tienen, que son los que están a favor,
los que están en contra y los que dicen
todo lo contrario.
Si alguien quiere hablar de los derechos
que dice no tener por el hecho de ser homosexual, debe empezar explicándoselos a los adultos
que lo niegan y no a los niños y adolescentes. Nadie debe escudarse detrás de
la noción de tolerancia para inducir desde la escuela a un mundo de relaciones
que no son las prevalentes de acuerdo con la noción natural de la vida. Los
adultos tienen derechos a ser lo que quieran, pero los niños tienen sus
derechos tutelados por los padres o tutores, para que una escuela se convierta en
madrasa de las relaciones homosexuales, para así proyectar y ordenar la vida futura
en torno a este tipo de relaciones, previamente se debe contar con la opinión
de los padres de los niños que intentan educar en la doctrina de Dad and Dad. Yo no dudo cuando creo en la libertad del
hombre adulto y cada quien puede relacionarse con un segundo como le dé su gana,
siempre y cuando no afecte a un tercero, y más cuando ese tercero es un niño o un
adolescente. Ahí empiezan mis contradicciones con el activismo gay.
Mis ideas sobre el tema gay comienzan
por considerar que el gay no nace, se hace, y que si la heterosexualidad es
sólo una construcción social, como se argumenta, del mismo modo lo es la
homosexualidad, pero que ésta, contrario a la primera, nunca ha partido de una
construcción natural, porque la existencia del ser humano es previa a toda
construcción social. La humanidad y después todos sus vínculos sociales han estado
supeditado a la condición necesaria de su existencia, que está determinada por
los vínculos heterosexuales.
El hedonismo es el germen natural
de la homosexualidad, siendo así únicamente por una noción social se puede
pensar que las parejas homosexuales adopten niños, que son terceros, con
necesidades de afectos diferentes de los que están determinados en el marco del
placer sexual. Uno no puede pretender lo que no da ni puede tener hijos porque
considere que tiene dotes maternales socialmente construidas. Si bien puedo
aceptar el matrimonio de gente del mismo sexo porque para mí no es un
sacramento, sino un contrato, que otorga derechos y deberes entre dos personas
físicas o naturales, en ningún modo me parece aceptable la adopción y la
disposición de algunos gay de influir en los hijos que no tienen.
No es rara la conducta regida por
el hedonismo, esta corriente filosófica de la griega antigua se basaba en
la consecución del placer que Epicuro
fijaba se podía conseguir con el conocimiento, la vida moderada carente de
dolor y miedo y la amistad. En la obtención del placer los cirenaicos, otra
corriente del hedonismo, insistieron en el placer de los sentidos y en este
orden son válidas la homosexualidad, la práctica de la pederastia, amar una
chiva, auto complacerse sexualmente con las manos y cualquier modo hedonista de
vivir la vida, pero los habitantes de un país no tienen que asumir que sus
normas de vida sean moldeadas únicamente por el sentido del placer,
independientemente que sean estas la de grupos poderosos en los medios o las de
un imperio.
No veo virtud en la idealización
de las relaciones homosexuales, en las que se pueden crear relaciones
afectivas, como se pueden crear entre amigos, pero el punto fundamental es la
obtención de placer por vías erógenas con las que Freud definió una fase de la
evolución libidinal en la infancia. Así se puede crear una intimidad y
complicidad para defender sus formas de yuxtaponerse sexualmente que es lo que
determina la existencia de la homosexualidad y que se puede volver una forma de
vida, como se vuelve la vida de los adictos a las drogas que se quieren
legalizar como una forma normal de obtención del placer, pero no es las vida
que queremos necesariamente para nuestros hijos. No debe establecerse un orden
social que tenga como eje la homosexualidad aunque nuestras creencias fastidien
a gente de los medios cuyo fastidio le presume cierta superioridad sobre los
que tienen ideas distintas sobre el tema y la actividad escolar del embajador.
Las relaciones homosexuales idealizadas
tienen otra realidad que puede ser tan violentas como las realidades de los heterosexuales,
quizás más, sólo hay que ver con la saña que fueron asesinados homosexuales que
pagaban por placer y como atrofiaban las conductas de jóvenes a los cuales
pervertían con dinero. Las muertes eran regularmente con tal violencia que en
los medios se llegó atribuirla a la pasión, cuando más bien eran el producto de
la negación. El crimen de alguien que se negaba a ser lo que era por dinero.
Los medios dominados por gentes favorables a las virtudes gay hablaron de la
víctima gay, de sus bondades y de lo bueno que era mientras satanizaban a los
muchachos que fueron buscados en los barrios para obtener placer a cambio de
dinero y que terminaron matando con una saña inefable.
La vida gay aparte de tener ahora
toda una realidad construida entorno al matrimonio de este tipo, y de su
idealización, tiene también un lado oscuro de terrible aberraciones, como
asimismo las tienen prácticas infelices de la heterosexualidad. Por eso cuando
alguien le explique o quiera explicarle a mis hijos en la escuela las virtudes
del matrimonio gay o de cualquier práctica sexual explicada en los derechos y
no en la existencia de hombres y mujeres que copulan del modo falo vaginal que
yo entiendo es lo normal, sin negar otras formas de obtención de placer entre
hombre y mujer, yo quiero estar ahí y como los derechos de mis hijos están bajo
mi tutela hasta que sean adultos yo quisiera que antes de que se lo expliquen a
ellos me lo expliquen a mí.
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