Los dejaron esperando
Después de
la guerra abril la capitulación se vio como un cese de hostilidades, no hubo
derrota. Nunca se supo que se perdió la guerra. Las muertes de los combatientes
no fueron en las batallas, sino luego. Cayeron a cuenta gotas en el tiempo de una paz macabra, asesinados uno hoy y otro mañana. Mientras esperaban el
reinicio de los combates. Luego, con el tiempo, murieron sus pretensiones. En
las guerras bien se sabe que mueren los hombres pero se espera que sobrevivan
las ideas, tan inmortales como sus almas. No fue así. Las ideas también han
muerto. No de muerte súbita, sino de inanición. Murieron en debates inútiles
que las dejaron exangüe, en el portentoso fracaso de dejarlas a flote, en las
bocas de voraces ideólogo de la nada, en lo que redituaron por sus hazañas de
guerra y en los que odiaron a los otros sin ganancia de causa. Hoy tenemos un
presente sin grandes hombres y sin grandes ideas. Hoy estamos llenos de enanos
de catástrofes, de seres reducidos por el leve peso de su pensamiento, creadores
de infiernos que ni siquiera caminan en
los escombros de ideales muertos.
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