Los dejaron esperando


 
Víctor L. Rodríguez

Después de la guerra abril la capitulación se vio como un cese de hostilidades, no hubo derrota. Nunca se supo que se perdió la guerra. Las muertes de los combatientes no fueron en las batallas, sino luego. Cayeron a cuenta gotas en el tiempo de una paz macabra, asesinados uno hoy y otro mañana. Mientras esperaban el reinicio de los combates. Luego, con el tiempo, murieron sus pretensiones. En las guerras bien se sabe que mueren los hombres pero se espera que sobrevivan las ideas, tan inmortales como sus almas. No fue así. Las ideas también han muerto. No de muerte súbita, sino de inanición. Murieron en debates inútiles que las dejaron exangüe, en el portentoso fracaso de dejarlas a flote, en las bocas de voraces ideólogo de la nada, en lo que redituaron por sus hazañas de guerra y en los que odiaron a los otros sin ganancia de causa. Hoy tenemos un presente sin grandes hombres y sin grandes ideas. Hoy estamos llenos de enanos de catástrofes, de seres reducidos por el leve peso de su pensamiento, creadores de infiernos que ni  siquiera caminan en los escombros de ideales muertos.

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